xmlns:og='http://ogp.me/ns#' Misterios-tv. Conspiraciones y misterios: La Atlántida

La Atlántida

La Atlántida, historia real.


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Según relatos Sumerios de los Anunnaki, conciben a los atlantes como una civilización elevadamente avanzada para la época; que interatuaba con otras grandes civilizaciones antíguas como Sumer, Babilonia, Egipto, Etc.  Llegó a dominar la física nuclear y desapareció tras una explosión atómica. en medio de una gran batalla, en una guerra por el poder entre draconianos y anunnakis.

Se a descubierto que parte del suelo marino del “ Triángulo de las Bermudas” perteneció al territorio de "La Atlántida" Como pueden comprender, la Atlántida no era una isla, era más bien un continente.
Entre las teorías científicas que trataron de explicar ortodoxamente la leyenda de la Atlántida, se encuentra la que identifíca a los atlantes con los desaparecidos Tartessios, civilización originaria de la península ibérica.

La teoría más aceptada por los cientificos ortodoxos, señala que la civilización a la que se refiere Platón, estarìa supurstamente inspirada, en la isla de Creta y la civilización minoica.

Lo cierto es que no es así. Lo que sucede es que vemos esto con datos de la geografia actual. Pero en un gran pasado, mucho antes de los "relatos platónicos" la distribución de los continentes era bien diferente a la actual.

Para entender esto vamos a remontarnos al tiempo donde existía el gran continente de Gondwana, que, practicamente era un solo continente distribuido verticalmente de Norte a sur del Planeta y lo rodeaba un gran Oceano

Gondwana es el nombre que se le dá a una antigua masa de tierra meridional que resultó de la partición en dos de Pangéa, cuando se extendió el Mar de Tétis hacia el oeste, lo que lo separó de Laurasia Durante el Jurásico y el Cretásico, Gondwana fue escindiéndose, y dió lugar a las masas continentales de las actuales Sudamérica, África, Australia, el Indostán, la Isla de Madagascar y la Antártida, un proceso de partición y alejamiento que continuó durante el Cenozóico y permanece activo aún,  desplazándose.
gondwana atlantida
Animación Gondwana
De este modo, Gondwana habría empujado contra los continentes boreales el geosinclinal mediterráneo, plegando los alpes euro-asiáticos y provocando en ellos grandes corrimientos hacia el norte. A la vez, Norteamérica y Sudamérica confluyeron dando lugar al levantamiento del istmo de Panamá.

Como pueden percatarse, el movimiento de las placas tectónica ( con forma de "U" o de "C". Con movimiéntos Geocéntricos, dió lugar a la formación de los continentes como hoy los conocemos. Y, dentro de esa acción formóse una supuesta peninsula (que se expandía desde America Central (o un continente) a lo que Platón llama la Atlántida, que luego desapareció bajos las aguas al irse desplazando las masas de tierra del fondo del océano.
Estos movimientos de masas de tierra, aún hoy siguen sucediéndo. 

Para que puedan comprender esta situación, piénsen que África constituía el núcleo central de Gondwana, que aún hoy sigue fragmentándose; se separó de Arabia que sigue alejándose hacia el noroeste al ir ensanchándose el Rift del Mar Rojo y muy lentamente se está desgajando otro fragmento del continente africano, al este del Hran valle del Rift; es una enorme fractura que parte en la desembocadura del Río Zambeze y llega hasta el Mar Rojo, la zona de " Los Lagos".
Pero también se desplaza muy lentamente hacia el Mediterráneo y acabará incrustándose contra los países del sur de Europa.

Los relatos que siguen, son relatos de los diálogos de Platón.
Los textos fueron traducidos de idioma griego y adaptados al lenguaje actual. Éstos relatos aportan detalles y características de la Atlántida.

Los diálogos de Platón y la Atlantida.


El filósofo griego Platón fue el primero en hacerse eco de una leyenda de la antigüedad en la que se menciona un reino mítico situado en una isla o península llamada Atlántida. En sus "Diálogos" hará referencia de élla a través de Critias, discípulo de Sócrates.
Según el relato de Platón, Critias oyó esa historia contada por su abuelo, que a su vez la había escuchado del político ateniense Solón y a éste último se la habían transmitido los sacerdotes egipcios de la ciudad de Sais, situada en el delta del Nilo.

Ubicacion original de Atlántida.

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Ubicación de la Atlántida

Sitúa la ubicación de esta poderosa nación en el Atlántico, en un periodo de tiempo de nueve mil años antes del momento en el que se produce el diálogo en la que se la menciona. Pero el relato original fué transmitido de boca en boca, y, relata hechos que sucefieron muchos miles de miles de años antes de lo que se estipula en los relatos.

Describe su fundación, origen, sus leyes, la conducta  del dios Neptuno, la confederación de pueblos gobernados por la asamblea de sus reyes, la organización del ejército y la abundancia de sus riquezas.

Aparece el nombre de Gades entre los lugares conocidos que menciona.

Finalmente será destruida por un Dios justiciero y cruel. que Asesinó toda una población, con niños y ancianos, para castigar la soberbia de sus habitantes, que habían olvidado las tradiciones de sus mayores y las enseñanzas de sus dioses.

¿Para castigar la soberbia? ¿Como es eso?

Como pueden apreciar, aquí es donde se trata de esconder el misterio.
No fué la soberbia quién destruyó a la atlántida, fué la decisión de un Dios perverso que vió en la Atlántida un adalid de allegarse hasta un conocimiento y desarrollo tecnológico el cual ese dios vió como una amenaza a su reinado.
Fué una guerra, el Mundo antíguo estaba en guerra. El poder anunnaki estaba expandiéndose por el planeta, se repartiéron la Tierra en Clanes y gobiernos. Pero como verán en los hechos posteriores la Desición del Dios Jupiter, destruyó parte del poder Anunnaki. Destruyendo la Atlántida con bombas atómicas y armas tecnológicas de "Control climático".

Los relatos platónicos:

En el siglo I A.C. Estrabón  y Posidonio están en la convicción de que el relato de Platón no era resultado de la imaginación literaria del filósofo, sino que se ajustaba a una realidad de recuerdo. Plutarco, Siglo 2 D.C, dará los nombres de los sacerdotes egipcios que habrían contado a Solón la historia de la Atlántida, haciendo mención de Psenophis de Sais y Sonkhis de Heliopolis. Por su parte, Proclo hará alusión al viaje que hizo a Egipto que Crantor, filósofo de la Academia platónica y como pudo ser testigo de la existencia de unas inscripciones en las que aparecía la historia que había referido Solón.

Muchos investigadores intentaron descifrar el misterio de la Atlántida. En especial, después de que Schiemann descubriera la ciudad de Troya siguiendo las pistas encontradas en las lecturas de Homero.

Las hipótesis sobre su posible ubicación actual han sido especulativas y con poca base científica. Una de las cuales es aquella que la relaciona con Grecia (Cultura minoica) y España (cultura tartésica).

Lo cual no es tan así. Porque por lo explicado del continente de Gondwana, Parte de La Atlantida estaria mas proxima a Cuba y America que de Europa. Si bien originariamente se haya encontrado más cercana a Europa, como explique anteriormente, los continentes fueron desplazándose y hasta quebrándose. Es de acreditar que el continente o Isla de Atlantida se partió en 2 o más partes. 1 de sus partes, las montañas, formaron las islas de centroamérica y las otras partes se undieron en el oceano por el desplazamiento de los continentes.

En ese sentido, las teorías encontrarían afinidad con algunos relatos de Plantón que hace referencia al Mediterráneo, África y a la colonia fenicia, Gades.

Los diálogos sobre la Atlántida.


TIMEO

"Cuan agradable me és, Sócrates, poder, como sucede después de un largo viaje, descansar anchamente al ver terminado este discurso. Yo suplico á ese Dios, cuya existencia es muy antigua, pero que en cierta manera acaba de nacer de nuestra misma conversación, que si lo que hemos dicho ha sido oportuno, nos lo tome en cuenta; y que nos imponga el castigo á que nos hayamos hecho merecedores, si hemos pronunciado, sin quererlo, alguna palabra inconveniente. (....)"

- CRITIAS.

(Critias comenta como los sacerdotes egipcios cuentan a Solón el relato que sigue).

Bien, mi querido Hermócrates; como tu vez no llegará hasta mañana, y otro debe aún precederte, te presentas ahora muy valiente, pero no tardarás en saber por ti mismo si la tarea es fácil. Sin embargo, no me haré sordo ni á tus exhortaciones ni á tus excitaciones, y sin olvidar las divinidades que acabas de nombrar, llamaré en mi auxilio á todas las demás y singularmente á Mnemosina; porque de ella depende la mayor parte de mi discurso. Si la memoria me acompaña; si puedo referiros fielmente las antiguas historias de los sacerdotes egipcios importadas á estos lugares por Solón, creo que mi público quedará convencido de que he cumplido mi deber. Es preciso, pues, entrar en materia sin más demora.

Nueve mil años atrás hubo una guerra "entre los pueblos que habitan más acá y más allá" de las columnas de Hércules: Atenas y la federación de reyes de la Atlántida.

La Atlántida, que se sumergió en en mar por causa de terremotos, tenía un tamaño "más grande que el Asia", quedó reducida a un escollo que impide la navegación en esa parte de los mares.

Ante todas cosas recordemos, que han pasado nueve mil años después de la guerra, que, según dicen, se suscitó entre los pueblos que habitan más acá y más allá de las columnas de Hércules. Es preciso que os dé una explicación de esta guerra desde el principio hasta el fin. De una parte estaba esta ciudad; ella tenía el mando y sostuvo victoriosamente la guerra hasta lo último. De la otra parte estaban los reyes de la isla Atlántida. Ya hemos dicho, que esta isla era en otro tiempo más grande que la Libia y el Asia; pero que hoy día, sumergida por los temblores de tierra, no es más que un escollo que impide la navegación y que no permite atravesar esta parte de los mares. En el curso de mi historia hablaré por su orden de todos los pueblos griegos y bárbaros que existían entonces, pero debo comenzar por los atenienses y por sus enemigos, y daros razón de sus fuerzas respectivas y de sus gobiernos. En su vista, pues, de nuestra ciudad es de la que debemos ocuparnos desde luego.

Los dioses repartieron las tierras entre sí.

Vulcano y Minerva recibieron lo que Critias denomina "nuestro país". Sus habitantes, que se refugiaron en las montañas, han olvidado  la historia de sus mayores, aunque conservan la tradición de algunos de sus nombres. Recuerdan nombres de personas y héroes, pero no sus acciones.

Los dioses dividieron entre sí en otro tiempo la tierra toda, comarca por comarca, y esto sin que se suscitara alguna querella, porque no puede admitirse racionalmente, ni que los dioses ignoraran lo que á cada uno de ellos con venia, ni que, sabiéndolo, se robaran los unos á los otros el lote que les pertenecía. Habiendo obtenido como resultado de la justicia y de la suerte lo que querían, se establecieron en cada país; y después de haberse fijado en ellos, á la manera de lo que los pastores hacen con sus ganados, se consagraron á procurar el alimento y la educación á los hombres, que eran á la vez sus hijos y su propiedad.

Sin embargo, no emplearon la violencia como los pastores que castigan suavemente á su ganado para conducirle. Sabían que el hombre es un animal dócil, é imitando al piloto que conduce la nave, y sirviéndose de la persuasión como de un timón para mover el alma á su gusto, dirigieron y gobernaron así la raza toda de los mortales. Así gobernaron las demás divinidades en los países que les tocaron en suerte. Pero Vulcano y Minerva, que tienen la misma naturaleza, como hijos que son de un mismo padre, y que están animados del mismo amor á las ciencias y á las artes, recibieron como lote en común nuestro país, que les con venia y se adaptaba maravillosamente á su virtud y á su sabiduría.

Los dioses hicieron hombres de bien.

Con "la ruina de sus sucesores" y el tiempo perecieron, sobreviviendo sólo los que "escapando a los desastres" que habitaban en las montañas. Carecían de letras, cultura y tenían escasos medios de subsistencia. Habían olvidado su historia conservando solo algunas tradiciones. Empezaron a recuperar el pasado cuando algunos ciudadanos tuvieron resueltas las "cosas necesarias para la vida.

De los originarios hicieron hombres de bien, y pusieron en su corazón el amor al orden político. Los nombres de estos hombres se han conservado, pero el recuerdo de sus acciones ha perecido con la ruina de sus sucesores y con el trascurso de los tiempos. La única raza, que ha escapado á estos desastres, ya lo hemos dicho, es la que habita las montañas, y que, sin letras y sin cultura, sólo recordaba los nombres de los que habían sido dominadores del país, sin saber nada ó casi nada de sus grandes hechos. Haciéndolo por punto de honra dieron estos nombres á sus hijos; pero en cuanto á las virtudes y á las instituciones de sus antepasados, sólo conocían lo que les había sido trasmitido por una oscura tradición.

Dada la escasez de subsistencias para el sostenimiento de la vida, escasez que duró por espacio de muchas generaciones; ocupados ellos y sus hijos en procurarse la satisfacción de sus necesidades, y entregado el espíritu á este solo objeto, para nada se cuidaron de los sucesos, que en otro tiempo se habían realizado.

El estudio y la historia de las cosas antiguas se introdujeron con el ocio en las ciudades, cuando cierto número de ciudadanos, teniendo aseguradas las cosas necesarias para la vida, no tuvieron después que preocuparse bajo este punto de vista, Y he aquí como los nombres de los antiguos héroes se han conservado sin el recuerdo de sus acciones.

Los Diálogos: Recuerdan nombres anteriores a Teseo conocidos por sacerdotes egipcios y que éstos mencionaron a Solón.

La participación en las guerras eran iguales para hombre y mujeres, usando ambos armaduras en las batallas. El ejército y los sacerdotes vivían separados del resto de la población, sin propiedades pero recibiendo lo necesario para la subsistencia. Su estatus económico era semejante al del resto de los ciudadanos.

Lo que me autoriza á hablar así, es que los nombres de Cécrope, de Erecteo, de Eríctonío, de Erisicton y de muchos otros, que remontan más allá de Teseo, son precisamente aquellos de que, según la relación de Solón, se servían los sacerdotes egipcios, cuando le refirieron esta guerra. Lo mismo sucede con respecto á los- nombres de mujeres. Los trabajos de la guerra eran entonces comunes a las mujeres y á los hombres, y por esta causa la diosa era representada en sus imágenes y en sus estatuas con una armadura; era como una advertencia, para indicar que desde el momento en que el varón y la hembra están destinados á vivir juntos, la naturaleza ha querido que pudiesen ejercer igualmente las facultades, que son el atributo de su especie.

Diferentes clases de ciudadanos, entregados á los oficios mecánicos y á la agricultura, habitaban entonces nuestro país; la de los guerreros, separada desde el principio de las demás, como hombres divinos, habitaba aparte. Provistos de todas las cosas necesarias á su subsistencia y á la educación de sus hijos, estos guerreros no poseían nada en particular; consideraban todos los bienes como pertenecientes á todos; no exigían de los demás ciudadanos más que lo que justamente necesitaban para vivir, y desempeñaban con el mayor esmero las funciones diarias del Estado, tales como las hemos concebido.

Describe los límites de su país (Ática), habla de un poderoso ejército y de pueblos vasallos. Refiere que La Ática sufrió "numerosas y terribles inundaciones" a lo largo de los 9.000 años, y que las tierras de  "estas revoluciones" eran arrastradas al  mar, disminuyendo la superficie habitable.

"Y también se dice como muy probable y quizá verdadero, que nuestro país en aquel tiempo tenia por límites el istmo por una parte, y por otra los montes Citeron y Parnaso , abrazando toda la parte del continente comprendida en este intervalo; que de aquí descendía, por la derecha, hasta Oropo, y por la izquierda, hacia el mar, hasta el río Asopo; estos eran sus límites extremos. Sobresalía entre todos los demás países por su fertilidad, lo cual le hacia capaz de sostener un numeroso ejército, compuesto de pueblos vecinos dependientes de nosotros. Es este un testimonio imponente de su fecundidad. Y, en efecto, lo que subsiste aún de esta dichosa tierra, no tiene igual en cuanto á la diversidad de producciones, excelencia de frutos y abundancia de pastos.

Tales eran entonces la belleza y la riqueza del Ática. ¿Podríais creerlo? ¿Ni cómo puede formarse una idea de lo que fue, por lo que es? Toda el Ática se desprende en cierta manera del continente, se mete por el mar y se parece á un promontorio. El mar que la envuelve, como si estuviera colocada en una vasija, es por todas partes muy profundo. En medio de las numerosas y terribles inundaciones que han tenido lugar durante nueve mil años, porque nueve mil años han pasado desde aquella época, las tierras, que estas revoluciones arrastraban desde las alturas, no se amontonaban en el suelo, como en otros países, sino que, rodando sobre la ribera, iban á perderse en las profundidades del mar. De suerte que, como sucede en las islas poco extensas, nuestro país, comparado con lo que era, se parece á un cuerpo demacrado por la enfermedad; escurriéndose por todas partes la tierra vegetal y fecunda, sólo nos quedó un cuerpo descarnado.

Aquí se hace referencia a las inundaciones descritas en los párrafos anteriores (que arrastraban las tierras hasta hundirlas en el mar) de las lluvias anuales, que mantenían las tierras "en su seno" y las fertilizaba.

"Pero antes el Ática, cuyo suelo no había experimentado ninguna alteración, tenía por montañas altas colinas; las llanuras, que llamamos ahora campos de Felleo, estaban cubiertas de una tierra abundante y fértil; los montes estaban llenos de sombríos bosques, de los que aún aparecen visibles rastros. Las montañas, donde sólo las abejas encuentran hoy su alimento, en tiempos no muy lejanos estaban cubiertas de árboles poderosos, que se cortaban para levantar vastísimas construcciones, muchas de las cuales están aún en pié. Encontrábanse también allí árboles frutales de mucha elevación y extensos pastos para los ganados. Las lluvias, que se alcanzaban de Júpiter cada año, no se perdían sin utilidad, corriendo de la tierra estéril al mar; por el contrario, la tierra, después que venían á ella abundantemente, las conservaba en su seno, las tenía en reserva entre capas de arcilla; las dejaba correr desde las alturas á los valles, y se veían por todas partes miles de fuentes, de ríos y de cauces de agua. Los monumentos sagrados, que se encuentran aún junto á los antiguos lechos de los ríos, atestiguan la verdad de mis palabras. He aquí lo que eran por naturaleza nuestros campos; los que los cultivaban, eran sin duda verdaderos labradores, entregados exclusivamente á sus labores, amigos del bien, de un natural excelente, y poseedores de una tierra fértil, regada por aguas abundantes y favorecida con el más benigno de los climas".



Aquí se cuenta como la Acrópolis fue destruida por terremotos y lluvias en una sola noche, siendo ésta la tercera catástrofe natural antes del diluvio de Deucalión.

"En la parte alta vivían los guerreros y a su alrededor, campesinos y artesanos.  La meseta estaba vallada y los habitantes hacían vida en espacios colectivos. Una parte de la ciudadela estaba dedicada a jardines y lugares de esparcimiento. Tenía una fuente de la que manaba agua abundante, desaparecida por los terremotos. Contaba con un ejército de 20.000 efectivos, tanto de hombres como mujeres.

En cuanto á la ciudad, vean la manera con que se gobernaba en aquel tiempo. En primer lugar, la Acrópolis estaba muy distante de tener el aspecto que hoy tiene. En una sola noche torrentes de lluvia arrastraron las tierras con que estaba revestida, y la dejaron desnuda y despojada, en medio de temblores de tierra y de una inundación, que es la tercera antes del diluvio de Deucalion. Pero antes, en otra época, era tal la extensión de la Acrópolis, que se extendía hasta el Herídan y el Iliso, comprendía el Pnyx y tenía el Lícabete por límite por el lado opuesto al Pnyx. Estaba cubierta de una espesa capa de tierra, y, fuera de algunos puntos, presentaba en las alturas una llanura no interrumpida.

Estaba habitada, á los costados según se bajaba, por artesanos y labradores, que cultivaban los campos vecinos. En la altura sólo vivía la clase de los guerreros alrededor del templo de Minerva y de Vulcano, después de haber rodeado esta meseta con un solo vallado, como se hace con el jardín de una sola familia. Habitaban en común en casas situadas á la parte del Norte; en invierno tenían salas donde comían juntos; y tenían todo lo que reclama la vida en común, sea con relación á las habitaciones de los ciudadanos, sea con respecto á los templos de los dioses, á excepción del oro y de la plata de que no hacían ningún uso. Vivian tan lejos de la opulencia como de la pobreza; habitaban casas decentes, donde vegetaban ellos y los hijos de sus hijos, y las trasmitían sucesivamente tales como las habían recibido á hijos semejantes á sus padres.

La parte meridional de la Acrópolis estaba destinada a jardines, gimnasios, salas de refectorio, que dejaban de ocupar durante el estío. En el punto, que ocupa hoy la Acrópolis, emanaba una fuente; y así como ahora sólo salen de ella pobres arroyos por uno ú otro lado, entonces suministraba una agua abundante, tan saludable en invierno como en verano, pero que desapareció á consecuencia de los temblores de tierra. Tal era el género de vida de estos guardas de sus propios conciudadanos, de estos jefes respetados por los demás griegos. Procuraban tener siempre á su disposición, en cuanto fuese posible, un número igual de hombres y mujeres en estado de llevar las armas. He aquí cómo gobernaban según las reglas de la justicia su ciudad y la Grecia; he aquí lo que eran estos hombres, celebrados y admirados de toda la Europa y de toda el Asia por la belleza de sus cuerpos y por las virtudes de todos géneros, que adornaban sus almas".


Cuando Critias era joven oyó relatos de los enemigos de Ätica. Solón tradujo los nombres extranjeros de esos enemigos a la lengua helénica. Los manuscritos de Solón fueron del abuelo de Critias que se los cedió a él, su nieto.

"Estos manuscritos de Solón estaban en poder de mi abuelo y ahora los poseo yo, que los he estudiado mucho siendo joven"

los Dioses se repartieron la Tierra.

En el reparto de los territorios hecho por los dioses, a Neptuno le correspondió la Atlántida. La describe como una isla o península con la palabra "nesos". Fue habitada por los hijos de Neptuno y Clito, una mortal nacida de Leuciopa, esposa de Evenor. Ocuparon una montaña poco elevada, rodeada de una amplia llanura.

Neptuno fortificó la colina de Clito con muros y fosos de tierra y mar alternativamente.

"Estos engendraron una sola hija, llamada Clito, que era núbil, cuando murieron sus padres; y con la que se casó Neptuno, que se enamoró de ella. La colina, donde vivía Clito, fue fortificada por Neptuno, que la aisló de todo lo que la circundaba. Hizo muros y fosos con tierra y agua del mar alternativamente, unos más pequeños, otros más grandes, dos de tierra y tres de agua, ocupando el centro de la isla, de manera que todas sus partes se encontraran á igual distancia del mismo. La hizo por lo tanto inaccesible. Tenia dos manantiales, uno caliente y otro frió; y que producían alimentos variados y abundantes".



Neptuno tuvo cinco parejas de hijos varones mellizos entre los que dividió la Atlántida en diez partes.

"Al mayor de los mellizos le dio la mejor, que era la de su madre. Se llamaba Atlas y lo hizo rey de los demás hermanos. Al mar que limitaba con sus tierras se le llamó Atlántico. A su hermano gemelo le dió la tierra de Gadirica o Gadir o en idioma griego, Enmeles; hacia las columnas de Hércules"

Los hijos de Neptuno extendieron su poder durante muchas generaciones,  llegando hasta Egipto y la Tirrenia. Poseían grandes riquezas metalúrgicas, destacando el oricalco, "el más precioso de los metales después del oro". Había lagos,  pantanos, toda clase de frutos, animales salvajes y muchos elefantes.

Estos hijos de Neptuno y sus descendientes habitaron en este país durante muchas generaciones; sometieron en estos mares otras muchas islas, y extendieron su dominación más allá, hasta el Egipto y la Tirrenia".

Describe la organización espacial de la Atlántida con sus diferentes anillos de tierra y agua. Menciona las dimensiones de algunas de las grandes obras de la ciudad. Relata como sus habitantes crearon templos y palacios, puertos y dársenas. Levantaron puentes sobre los fosos circulares que rodeaban la antigua metrópoli.  Abrieron canales por los que podían circular trirremes. En algunos pasajes de los mismos pusieron techos para que las naves lo cruzaran a cubierto.

"A partir desde el mar abrieron un canal de tres arpentos de ancho, de cien pies de profundidad y de una extensión de cincuenta estadios, que iba á parar al recinto exterior; hicieron de suerte que las embarcaciones que viniesen del mar pudiesen entrar allí como en un puerto, disponiendo la embocadura de modo que las más grandes naves pudiesen entrar sin dificultad. En los cercos de tierra, que separaban los cercos de mar, al lado de los puentes, abrieron zanjas bastante anchas, para dar paso á una trirreme: y como de cada lado de estas zanjas los diques se levantaban á bastante altura por cima del mar, unieron sus bordes con techumbre, de suerte que las naves las atravesaban á cubierto. El mayor cerco, el que comunicaba directamente con el mar, tenia de ancho tres estadios, y el de tierra contiguo tenia las mismas dimensiones.

El templo estaba revestido en su exterior de plata, "fuera de los extremos, que eran de oro". En su interior y exterior habían tesoros y estatuas de oro y marfil, siendo las más importante la de Neptuno, situando centro del santuario en un carro tirado por seis corceles alados y rodeado de cien nereidas".

El palacio de los reyes armoniza con la grandeza del templo.

El templo sólo tenía un estadio de longitud, tres arpentos de anchura, y una altura proporcionada; en su aspecto había un no sé qué de bárbaro. Por dentro, la bóveda, que era toda de marfil, estaba adornada de oro, plata y oricalco. Los muros, las columnas, los pavimentos, estaban revestidos de marfil. Se veían estatuas de oro, A esto se agregaban un gran número de estatuas, que eran ofrendas hechas por particulares. Alrededor del templo, en la parte exterior, estaban colocadas las estatuas de oro de todas las reinas y de todos los reyes descendientes de los diez hijos de Neptuno, así como otras mil ofrendas de reyes y de particulares, ya de la ciudad, ya de países extranjeros, reducidos á la obediencia.


El palacio de los reyes era tal cual convenía á la extensión del imperio y á los ornamentos del templo.

Dos fuentes, una caliente, otra fría, abundantes é inagotables, gracias á la suavidad y á la virtud de sus aguas satisfacían admirablemente todas las necesidades; en las cercanías de las casas se encontraban árboles, qué mantenían la frescura; depósitos de agua á cielo abierto, y otros cubiertos con techos para tomar baños calientes en invierno, aquí los de los reyes, allí los de los particulares, en otra parte los de las mujeres; y otros, en fin, destinados á caballos y en general á las bestias de carga. Más allá, y en la parte exterior de los tres puertos, un muro circular comenzaba en el mar, seguía el curso del mayor cerco y del mayor puerto á una distancia de cincuenta estadios, y volvía al mismo punto, para formar la embocadura del canal situado hacia el mar.

Descripción topográfica de la Atlántida.

El suelo estaba muy elevado sobre el nivel del mar. Alrededor de la ciudad había una llanura que la circundaba a su vez rodeada de montañas que se prolongaban hasta el mar. En la parte de la isla que miraba al Mediodía había una llanura cuadrilonga, de 3000 estadios de un lado y 2000 de otro, con "populosas poblaciones", ríos y lagos. Estaba rodeada por un foso artificial al que vertían las aguas de las montañas. "Tocaba en la ciudad por sus dos extremidades". Para transportar los troncos de madera de las montañas se hicieron fosos que se comunicaban entre sí.

Se dice que el suelo estaba muy elevado sobre el nivel del mar, y las orillas de la isla cortadas á pico; que alrededor da la ciudad se extendía una llanura que la rodeaba, y que esta misma estaba rodeada de montañas, que se prolongaban hasta el mar; que esta llanura era plana y uniforme y prolongada, y que tenia de un lado tres mil estadios, y del mar al centro más de dos mil. Esta parte de la isla miraba al Mediodía, y no tenía nada que temer de los vientos del Norte.

Estaba abierto hasta la profundidad de un arpento; tenia de ancho un estadio, rodeaba toda la llanura, y no tenia de largo menos de diez mil estadios. Recibía todos los cauces de agua, que se precipitaban de las montañas, rodeaba la llanura, tocaba en la ciudad por sus dos extremidades, y de allí iba á desembocar en el mar. Del borde superior de este foso, partían otros cien pies de ancho, que cortaban la llanura en línea recta y volvían al mismo foso, al aproximarse al mar; estos fosos particulares distaban entre sí cien estadios. Para trasportar por agua las maderas de las montañas y los diversos productos de cada estación á la ciudad, hicieron que los fosos comunicaran entre sí y con la ciudad misma por medio de canales abiertos transversalmente. Notad que la tierra daba dos cosechas por año, porque era regada en invierno por las lluvias de Júpiter, y en verano era fecundada por el agua de los estanques. Era como una carga el oro, las riquezas y las ventajas de la fortuna.

Lejos de dejarse embriagar por los placeres, de abdicar el gobierno de sí mismos en manos de la fortuna, y de hacerse juguete de las pasiones y del error, sabían perfectamente que todos los demás bienes acrecen cuando están de acuerdo con la virtud; y que, por el contrario, cuando se los busca con demasiado celo y ardor perecen, y la virtud con ellos. Mientras los habitantes de la Atlántida razonaban de esta manera, y conservaron la naturaleza divina de que eran participes, todo les salía á satisfacción, como ya hemos dicho. Pero cuando la esencia divina se fue aminorando por la mezcla continua con la naturaleza mortal; cuando la humanidad la superó en mucho; entonces, impotentes para soportar la prosperidad presente, degeneraron. Los que saben penetrar las cosas, comprendieron que se habían hecho malos y que habían perdido los más preciosos de todos los bienes; y los que no eran capaces de ver loque constituye verdaderamente la vida dichosa, creyeron que habían llegado á la cima de la virtud y de la felicidad, cuando estaban dominados por una loca pasión, la de aumentar sus riquezas y su poder.

Entonces fue cuando Júpiter, que gobierna según las leyes de la justicia y cuya mirada distingue por todas partes el bien del mal, notando la depravación de un pueblo antes tan generoso, y queriendo castigarle para atraerle á la virtud y á la sabiduría, reunió todos los dioses en la parte más brillante de las estancias celestes, en el centro del universo, desde donde se contempla todo lo que participa de la generación, y decretó el fin de la Atlantida.

El fín todos ya lo conocen; la desaparición bajo las aguas en tan solo una noche.


Hasta aqui, La verdadera historia de la Atlántida.


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